sábado, 24 de mayo de 2008

10 razones o más para quererte

Para mi hombre tranquilo

Te quiero.
Por la forma en que tus ojos saben decirme lo que tus labios no se atreven.
Por protegerme de mil peligros inexistentes.
Por darte cuenta de que necesitaba que me protegiesen.
Por tu constante constancia animándome a salir del desánimo.
Por tus sonrisas cómplices y siempre oportunas.
Por simplificar mis complicaciones.

Te quiero.
Por regalarme tu tímida sinceridad.
Por soportar la desnudez de la mía.
Por tu paciencia infinita con mi impaciencia diaria.
Por no desesperarte con mi tendencia inevitable a la desesperación.

Te quiero.
Por acariciar mi piel con tus palabras
y tocar mi alma con tus dedos.

Te quiero.
Por dejarme entrar en tu soledad.
Porque has habitado la mía.

Te quiero.
Por ser tan dulce.
Tan generoso.
Tan íntegro.
Tan viril.

Tan tierno.

Te quiero.
Por pertenecer a esa extraña especie de hombres sensibles.
Y no avergonzarte.

Te quiero.
Por la pasión que te intuyo.
Por el alma pura que se insinúa en el fondo de tus ojos pícaros.


Te quiero.
Por compartirte entero conmigo. Sin apenas reservas.
Por dejarme mirar dentro de ti sin miedos.
Por ayudarme a desincrustar la armadura de guerrera que tanto pesaba.

Te quiero.
Porque te admiro.
Porque te respeto.
Porque te deseo.

Te quiero.
Porque me quieres.
Porque me admiras.
Porque me respetas.

Por todas estas razones y más que seguro olvidaré, te quiero.

Por tu voz de oficinista al teléfono.
Por tus chistes malos y tu ironía fina.
Por tu gusto por los secretos y las confesiones repentinas.

Por la valentía con la que enfrentas tus temores.
Por la calidez de tus abrazos y la ternura de tus besos.

Por las mañanas de risas tontas delante de nuestras pantallas.
Por las tardes compartidas observando el techo blanco de mi salón naranja y vacío.
Por las noches insomnes en las que me has calentado el alma.
Por apostar siempre conmigo al caballo perdedor. Y perder cada vez con alegría.

Te quiero.
Por no atreverte a mirarme de frente algunas veces.
Por acercarte a mí sin miedo a contagiarte del caos que me acompaña.
Por alejarte en el momento justo.
Por buscarme entre las sombras.
Por perderme entre la multitud.
Por querer encontrarme de nuevo.
Por tu risa franca y generosa.
Por tus lágrimas apenas insinuadas.
Por despreciar el escándalo.
Por provocarlo.

Te quiero.
Por querer entenderme siempre.
Por soportar resignadamente mis ciclotimias.
Por aceptar convertirte en padre cuando yo he sido una hija necesitada.

Te quiero.
Por tus razonadas explicaciones sobre lo racional

que es tener racionalizados tus sentimientos.
Por aguantar mis coqueteos incansables con la absurdidad.
Por no asustarte ante mi vulnerabilidad. Ni ante mi ira.

Te quiero.
Por escuchar las más descabelladas ideas sin inmutarte.
Por tu impasibilidad ante mis eternas idas y venidas.

Ante mi constante y cansino cambio de rumbo.

Te quiero.
Porque cada vez que te he necesitado te he tenido.

Porque sin llamarte has venido.
Por todas las palabras, todos los abrazos, todos los besos
que llegaron en el momento preciso.

Te quiero.
Por los juicios que no has emitido.
Por las provocaciones que has desoído.
Por tu ceguera voluntaria.
Por ser un Ulises inmune a mi canto de sirena impetuosa.

Te quiero.
Por dejar que me equivoque cada vez.
Y luego ayudarme a reconstruir mi mundo.
Por tratar de alejarme de la decepción que me persigue.

Te quiero.
Por conducir sin rumbo cualquier tarde para que me sintiese a salvo de mí misma.

Te quiero.
Por nuestras conversaciones eternas en movimiento.

Te quiero.
Porque ya no sé dormirme sin tus buenas noches ni despertarme sin tus buenos días.

Te quiero.
Por todos los días que me has dicho lo maravillosa que te parezco.
Incluso aquellos en los que la realidad te desmentía flagrantemente.

Te quiero.
Porque cuando no estás te echo tanto de menos que me duele.

Te quiero.

Por los sueños imposibles que hemos soñado.
Por las historias inventadas que nunca serán nuestra historia.

Te quiero.
Por las vidas que no viviremos.
Por los hijos que nunca tendremos.

Te quiero.
Por todos los libros que no te leeré apoyada en tu pecho desnudo.
Por las estrellas que no miraremos abrazados.


Te quiero.
Por todos los besos que no me has robado.
Por todos los poemas de amor que no me has regalado.

Te quiero.
Por decidir seguir viviendo de acuerdo a tus principios.
A pesar de todo y de todos. Incluso a pesar de ti y de mí.

Y sobre todo te quiero por ser fiel a ti mismo.
Por ser tú, mi hombre tranquilo, y no querer parecerte a nadie más.

Gracias por haberme hecho el regalo más bonito que me han hecho jamás, este blog.

No me despido,

porque la sola idea de dejarte en el camino hace que me castañeteen los dientes.
Para siempre irás conmigo allá dónde vaya.
Y si alguna noche tu espíritu vaga atormentando buscando una poquito de calma,
pon rumbo a tierras sajonas, que bajo un manto de estrellas el mío allá te estará esperando.

I need your love

http://www.youtube.com/watch?v=VFFul1nXwUY&feature=related